sábado, 23 de mayo de 2009

ME PERDÍ EN TUS OJOS. Capítulo 2.

Durante la mañana me avisaron que la cátedra se suspendía por los preparativos de la fiesta de aniversario. Me sentí aliviada porque no tendría que enfrentarme a Daniela y me sentí apenada porque… ¡no tendría que enfrentarme a Daniela!... ¿quién entiende?

Durante la tarde, ya que no tenía clases me fui al centro comercial a vitrinear un poco y a ver si encontraba algo que me gustase mucho para lucir en la fiesta de la noche… inconcientemente tenía la esperanza de que ella estaría allí y podría verla… seducirla… aunque sea de lejos. La cordura y la locura… el intelecto y la emoción… la mente y el corazón. Esta lucha entre el ser y el deber ser me estaba estresando. A veces ganaba una, a veces otra, en fin, que mi cabeza era un intelectual rollo era lo único claro.

Cuando quedé más que conforme con la imagen que me devolvía el espejo, agarré las llaves del jeep y me fui a buscar a Fran.

- ¡Guauuu! ¡Pero si vas preparada para matar, Valentina! - me dijo mi amiga al verme.
- Ya… no es para tanto.
- En serio, hoy vas a causar sensación, sé que hay muchos colegas y alumnos que te echan el ojo, incluso hasta algunas alumnas, jeje. Con esa pinta los vas a dejar locos…

No pude evitar ponerme nerviosa ante este comentario.

- ¿Crees que no deba ir así?
- No, no, al contrario, estás fantástica, así demostraremos que no todas las profes somos unas viejas brujas…

La Fran era una buena amiga, siempre sabía darle un toque de humor a nuestras conversaciones, nos apoyábamos mucho y aunque era una persona de mente amplia, no me atrevía a contarle lo que me estaba pasando, al menos… no todavía.


Llegamos al local, uno de esos típicos juveniles con música fuerte y luces girando por todos lados, mesas en los costados, una gran pista de baile y un escenario para el acto que los estudiantes habían preparado. Un grupo de alumnos nos recibió con mucha formalidad, dándonos las gracias por asistir y nos hicieron pasar a sentarnos a una mesa que parecía ser la más importante de todas. Había dos o tres colegas más, entre ellos Roberto, mi eterno pretendiente, que inmediatamente comenzó a flipar conmigo haciéndose el gracioso, sabiendo anticipadamente que tampoco hoy conseguiría nada. Desde la posición en la que me encontraba podía ver el sector del ingreso a la pista, donde alumnos iban y venían, nos miraban, algunos se acercaban a saludarnos con alegría, para luego instalarse en algún lugar. El local se iba llenando a medida que se acercaba la hora de iniciar la ceremonia, dos profesoras más llegaron a sentarse a nuestra mesa. Inevitablemente mi mirada se posaba de vez en cuando hacia la entrada esperando verla llegar… pero no pasaba nada.

La conversación era entretenida y todos andaban con ánimo de fiesta, la ceremonia fue todo un éxito y los estudiantes anunciaron que al final, luego de un brindis, comenzaría el baile. Cuando comenzó la música, Fran estaba tan entusiasmada que agarró a uno de los colegas y lo llevó al centro de la pista entre los aplausos de los alumnos que reían divertidos. Roberto comenzó a insistirme que bailemos y algunos estudiantes empezaron a gritar mi nombre animándome a salir, por lo que no tuve más remedio que aceptar. La verdad es que yo bailaba bastante bien y sentía cientos de miradas pendientes de mí… de pronto tuve la sensación de una mirada en especial… me giré un poco y ahí estaba ella… Daniela… observándome… nuestras miradas se cruzaron deteniendo el tiempo un instante y sentí que estaba bailando con ella… para ella. Estaba realmente hermosa… elegante y sexi… llevaba un vestido negro juvenil que se ajustaba perfectamente a sus formas, le llegaba hasta un poco más de la mitad de los muslos dejando ver sus piernas largas y perfectamente torneadas… una delicia… un … un codazo me sacó de mi ensueño… era Fran que riendo pícaramente me decía al oído:

- Viste cómo te mira esa chiquilla… parece que te quisiera comer… literalmente, ja, ja. Oye ¿no es la que salía de tu oficina ayer? Parece que ya no está tan enojada contigo…

Me sentí algo incómoda con ese comentario, mejor dicho, me sentía en evidencia, así que cambié el tema diciendo algo chistoso, a lo que mi amiga enganchó inmediatamente y pasó el momento difícil.

Luego de algunos bailes y ante la imposibilidad de controlar mi mirada que se perdía atenta a lo que hacía o no hacía Daniela, ya me encontraba algo cansada y comencé a pensar en irme a casa, Fran tenía cuerda para rato así que me dijo que ella se quedaba con Luis, su compañero de baile, y él iría a dejarla más tarde. Lancé una última mirada a mi princesa para despedirme silenciosamente de ella cuando veo cómo un pulpo se le acerca insistentemente para invitarla a bailar, digo un pulpo porque parecía tener ocho brazos que trataban de rodear a Daniela aunque ella intentaba vanamente de rechazarlo, se notaba que andaba un poco pasado de tragos. Sentí que me hervía la sangre, mi mente se nubló y me acerqué a ellos con una decisión increíble, haciendo acopio de todo mi coraje:

- Jovencito… parece que Ud. no sabe cuándo detenerse si una dama le dice que no. Mejor vaya a tomarse un café bien cargado hasta que se le pase el efecto del alcohol… - Dije esto en un tono amable pero firme, tratando de que se diera cuenta, en su embriaguez, de que era una profesora.

El joven me miró avergonzado, se deshizo en disculpas y desapareció, para mi alivio.
Fran que, a lo lejos vio toda la escena, me miró entre extrañada y divertida, para luego continuar bailando.

- ¿Estás bien? – Pregunté a Daniela algo preocupada.

- Si, gracias a Ud. profe… qué vergonzoso lo ocurrido… no sé qué le pudo haber pasado… no parecía ser tan irrespetuoso…

- Es que así como andas…

- ¿Cómo?

- Así como andas de hermosa cualquiera puede perder la cabeza… - Lancé este comentario sin pensar, cuando me dí cuenta de que la estaba tuteando (yo nunca he tuteado a mis alumnas) y ¡peor!… estaba ¡coqueteando! con ella… lamentablemente, mi rostro se volvió demasiado rojo para mi gusto, imposible que Daniela no lo haya notado.

- ¿Cualquiera? - Daniela me miró con una de esas miradas que me hacían delirar, esta vez percibí un brillo diferente, demasiado sensual para resistirme, me sentí derretida al instante.

Tenía que salir de ahí.

- Bueno… es hora de irme - dije notoriamente turbada.

- Por favor… no se vaya - decía esto como una súplica mientras apoyaba su mano en mi brazo como para retenerme.

El contacto de su mano me ardió, mi mirada se perdió en sus ojos y bajó por un momento a su pecho que se movía al ritmo de su respiración, deseable, exquisito… ya no me era posible disimular lo que mi mirada gritaba, como pude salí de ese lugar y me fui al estacionamiento. Una vez afuera sentía que todo mi cuerpo temblaba, me apoyé en el jeep y saqué un paquete de cigarrillos. Había dejado de fumar hace dos meses, pero siempre guardé un paquete “para casos de emergencia” y esta era una. ¿Cómo me enrollé tanto? ¿Cómo voy a salir de esta? No puedo, definitivamente ¡no puedo involucrarme con una estudiante!, me recriminaba a mí misma. Al principio pensé que se me pasaría, pero ya han trascurrido unos meses y siento que mi amor crece hasta desesperarme, mis resistencias se están agotando, estoy a un paso de cometer una locura. Siento que ya no tengo el control… sólo me sirve alejarme…

- Nunca imaginé que fumara…

Esa voz me sobresaltó… no la esperaba… no debía ser ella… pero ahí estaba, parada frente a mí con toda su belleza.

- Bueno… parece que acabo de recaer - respondí inquieta, apagando el cigarrillo en el piso.

- Sabía que debía tener algún defecto - dijo graciosamente ¡Dios, era tan hermosa! - ¿por qué no se queda? - Al decir esto pasó su mano por mi brazo provocando que mi temblor se hiciera más evidente y se acercó a mí poniendo su cara a centímetros de la mía… humedeciendo sutilmente sus labios… podía sentir su respiración… mi resistencia estaba al límite…

- Daniela, por favor, no podemos…

- Es que… yo… la amo profe… la amo desde el primer día que la ví… pienso todo el tiempo en Ud.… sólo sueño con Ud. y con estar entre sus brazos… al principio me parecía que me miraba y fantaseaba con que también le ocurría lo mismo... me conformaba con soñar hasta que, en un arrebato, quise ir a hablar con Ud.… me sentía mal con su indiferencia… con su rechazo… sólo quería llorar… hasta que descubrí el sabor de sus besos, de su boca que deseé tanto hasta probarla… entonces todo se me revolvió… mi mundo ya no tenía sentido si no estaba con Ud.... ahora siento que tengo una remota esperanza de ser correspondida… y…

No pude terminar de escucharla… mis labios, como imanes, se pegaron a los suyos que ya extrañaban con locura, en un beso más apasionado que el primero, mis brazos la rodearon con fuerza atrayendo su cuerpo al mío que seguía apoyado en el jeep. Su cuerpo era hermoso, sensual y delicado, podía sentir su tibieza y suavidad a través de la tela del vestido. Ella cruzó sus brazos en mi cuello y correspondió aquel beso con una pasión y femineidad que no imaginaba, rozándome delicadamente con sus pechos, haciéndome sentir punzadas en el estómago.

Reconocía el olor de su perfume, que en pocas horas se me había vuelto entrañable. Mis manos se posaban en sus costados y su cintura acariciándola, sus caderas se apoyaban en las mías, su abdomen en el mío… sus pechos... sentía todo su cuerpo tembloroso pegado al mío, como una bomba que en cualquier momento iba a estallar.

Un ruido nos asustó y nos metimos al jeep. Sin pensarlo claramente arranqué el motor y conduje hasta mi casa, sólo quería estar con ella, hacerla mía, amarla como nunca había amado antes, brindarle toda mi pasión, mi cuerpo y mi alma, no sabía exactamente cómo iba a seguir, pero lo necesitaba, lo deseaba y ya no podía negarme a mí misma lo que sentía.

Llegamos, me costó abrir la cerradura debido al nerviosismo, una vez adentro cerré empujando su cuerpo firmemente contra la puerta. Comencé a besarla retomando lo que habíamos dejado en el estacionamiento. Traté de calmarme un poco para tener conciencia de cada instante. Tomé sus brazos y los levanté sobre su cabeza apoyándolos contra la madera, la miré a los ojos y ví en ellos tanto amor y pasión que mi corazón se aceleró al máximo y mis piernas flaquearon por unos instantes, llevé mis labios a su cuello y aspirando su aroma comencé a besarlo hasta llegar al nacimiento de sus orejas, allí murmuré suavemente:

- Daniela, hermosa, yo también te amo desde hace mucho tiempo, traté de evitarlo pero no pude ¡Dios, te juro que traté!… no era indiferencia ni enojo, simplemente huía de esto… no quiero hacerte daño… por favor… si no estás segura… dímelo ahora, porque después ya no me voy a poder controlar.

Por respuesta, ella buscó mis labios repitiendo una y otra vez – te amo, Vale, te amo con toda mi alma… quiero demostrártelo… quiero sentirte…quiero estar contigo…quiero ser tuya…

La última fortaleza que me quedaba se derrumbó ante esta declaración, sin dejar de mirarla a los ojos la tomé de la mano y la llevé a mi dormitorio, comencé a acariciarle los hombros, a besarlos con devoción, dí unos pasos alrededor de ella poniéndome a su espalda, corrí su cabello hacia un costado y mientras besaba su nuca bajé lentamente el cierre de su vestido, que se deslizó suavemente hacia sus pies regalándome la visión de su fabuloso cuerpo en ropa interior, sujetador y bragas negros, juveniles y muy sexis. La abracé por detrás, mientras con una mano acariciaba el nacimiento de sus pechos y con la otra su abdomen. Ella comenzó a suspirar, rozando con sus nalgas mi pelvis, movió su cabeza hacia atrás y en esa posición tan sensual me ofreció su cuello, el que irresistiblemente comencé a besar. Se dio vuelta y se apoderó de mis labios mientras sus manos nerviosas desabotonaban mi blusa, yo decidí ayudarla desabrochando el cierre de mis jeans. Ambas quedamos en ropa interior, la mía blanca con encajes también era muy sensual. Daniela no dejaba de mirarme con adoración mientras yo le repetía - eres hermosa - a lo que ella sonreía algo azorada, pero tan dulce.

Lentamente la fui recostando en la cama y me apoyé delicadamente sobre ella, mis pechos se posaron en los suyos, el contacto de nuestros cuerpos nos hizo estremecer una vez más y nuestros labios se buscaron ansiosos, era como si toda la vida nos hubiéramos estado buscando, nuestros cuerpos se reconocían y se gustaban demasiado. Como pude, desabroché su sujetador y liberé sus pechos para acariciarlos con mi boca, primero uno, después el otro… besaba, lamía, succionaba y mordía suavecito, la sensación era indescriptible, su perfume se sentía más intenso ahí, la tibieza y suavidad de su piel me embriagaban, hasta que escuché unos sutiles gemidos salir de su garganta… sentí sus manos en mis caderas empujándome hacia ella mientras su pelvis se movía tímidamente bajo la mía buscando un placentero roce. ¡Dios! Este sólo contacto me estaba estimulando demasiado… como en mi sueño… tuve que esforzarme de manera sobrehumana para no acabar en ese mismo instante, quería prolongar al máximo nuestra unión. Daniela también estaba a punto, lo sentía en su respiración y sus movimientos. Me separé un poco de ella y saqué mi sujetador, sus ojos se posaron brillantes en mis pechos excitados, me recostó hacia un lado y comenzó a besarme con desesperación, sentía sus labios húmedos, su respiración, endurecer cada vez más mis pezones. Mientras mis manos acariciaban su espalda sentí una de las suyas atreverse a bajar hasta mi cadera, mi abdomen y mi pubis…

- Por favor… Daniela…espera… - ella me miró confundida - es que no quiero… que esto acabe todavía… - una sonrisa iluminó su rostro y mi alma… ¡era tan hermosa!

- Podemos acabar y empezar de nuevo mil veces… te amo profe… te amo demasiado - y comenzó a besarme nuevamente mientras sus cabellos revoloteaban sobre mi rostro.

A estas alturas mis manos se movían por voluntad propia, ¡Dios… qué sensaciones! Comencé a acariciar sus nalgas y bajar su tanga, giré mi cuerpo quedando nuevamente sobre ella para terminar de sacar esa última prenda que me impedía admirarla en toda su desnudez. Desde la posición en que estaba, a la altura de sus rodillas, me detuve a observarla. Tenía el pubis depilado y un fino triángulo de vello adornaba su monte de venus, simplemente me paralicé ante tan bella visión.

- ¿Todavía crees que soy hermosa? - me preguntó algo ruborizada, buscando mi mirada.

- Mucho más de lo que imaginaba… eres una diosa - dije mientras acercaba mi rostro a su sexo.

Primero besé sus muslos, la cara interna de uno y otro, a cada beso sentía un sobresalto de mi diosa, continué subiendo hasta llegar a su pubis, posé mis mejillas en sus vellos, acariciándolos lentamente con mi rostro, sintiendo su delicado olor a mujer. Daniela temblaba y gemía quedamente, estaba muy excitada, flectó sus piernas y con sus muslos acariciaba los costados de mi cabeza. Besé sus labios con cuidado sintiendo cómo aquel contacto la hizo estremecer, estaba completamente lubricada, y pensar que estaba así por mí me hacía delirar una vez más. Con lentas lamidas saboreé sus flujos, su piel era increíblemente suave en la entrada de su vagina y no pude contener mis ganas de introducir mi lengua en esa zona, se sobresaltó ante ese movimiento y comenzó a gemir más fuerte. Sus manos acariciaban mi cabeza y su pelvis se movía ahora desesperadamente, intuyendo que se acercaba al clímax, tomé su clítoris con mis labios, succionándolo despacio para no provocarle dolor e introduje un dedo lentamente en su vagina para empezar a friccionarla rítmicamente, con mi otra mano presionaba su bajo vientre aumentando su excitación. De pronto su vagina se contrajo fuertemente casi aprisionando mi dedo, su cuerpo dejó de moverse, dejó de respirar por unos segundos exhalando suspiros y un entrecortado gritito y varios espasmos la sacudieron completamente. Asombrada por lo que había provocado (y por cierto, todavía muy excitada) esperé a que mi amor se tranquilizara y subí para mirarle el rostro y besarla. Tenía unas perlitas de sudor en la frente, los ojos cerrados y una sonrisa en los labios. Me aproximó a su boca mientras musitaba en mi oído mi nombre de mil maneras diferentes, haciendo que cada una de ellas se grabara en lo más profundo de mi corazón.

- Te amo, te amo, Vale, te amo…¡tanto!…

Sus manos empezaron a moverse por mi espalda y a bajar hasta mis glúteos, nos dimos cuenta que yo aún permanecía con la tanga puesta, su sonrisa cambió de placidez a picardía en una fracción de segundo, ese gesto me enamoró aún más. Suavemente deslizó mi tanga hasta sacarla, obviamente, estaba completamente empapada, - tú sí que eres hermosa - dijo, luego se sentó sobre mí y me obligó a incorporarme con ella, quedando ambas sentadas frente a frente, su pelvis encima de la mía, sus labios y flujos vaginales en contacto directo con los míos y nuestros clítoris sensibles frotándose con cada movimiento de ella sobre mí. Tomó mis manos y las llevó hacia sus nalgas como pidiéndome que las acaricie todo lo que quiera. Con sus brazos rodeó mis hombros y me besó apasionadamente, haciendo caer su cabello sobre mi rostro mientras se movía rítmica y sensualmente hacia delante y hacia atrás, movimiento que mis manos en sus caderas ayudaban a profundizar. Comencé a sentir la llegada del orgasmo, sus pechos rozaban los míos, mi respiración se hizo más rápida, ella tomó mi rostro con sus manos y pegando su boca a la mía dijo entre mis labios:

- quiero verte… quiero que acabes y sientas cuánto te amo, mi vida, que disfrutes como yo lo estoy haciendo contigo, que me sientas contigo para siempre… - eso bastó para que oleadas de excitación explotaran en mi sexo replicándose en todo mi cuerpo, nublando mis ojos y mis sentidos, cuando logré abrirlos, ella estaba experimentando por segunda vez el éxtasis, ahogando sus gemidos dentro de mi boca, mirándome con esa mirada que me derretía y que ahora sabía que era por mí. Fue simplemente maravilloso.

Nos recostamos en la cama, abrazadas y cubriéndonos con el plumón. Besé con adoración su boca y me detuve en su lunar que a estas alturas se había trasformado en un verdadero culto de mis ansias. Nos mirábamos y sonreíamos cómplices de nuestra entrega. Sólo palabras de amor salían de nuestros labios. Nada existe más hermoso y sublime que aquellas caricias, aquellas palabras y aquel amor que se profesan dos seres después de amarse, “el amor después del amor”, como dice aquella canción.

Nos fuimos relajando hasta casi quedarnos dormidas, cuando de pronto pensé que tal vez habían unos padres esperando nerviosamente a mi princesa o alguna compañera de pensión…

- Daniela, ¿no tienes que irte o avisar a alguien?

- Mmmmm, no quiero.

- Pero… ¿alguien se preocupará si no llegas?

- No te preocupes… vivo en una pensión… mmm… mi mejor amiga la Cata me cubrirá las espaldas… mmmm... Quiero quedarme contigo... No quiero irme…

- Yo… no quiero que te vayas… nunca...

- Entonces me quedaré para siempre…Te amo – Dijo esto último casi dormida abrazándose con fuerza a mi pecho.

- También te amo, preciosa.

Me dormí acariciando su cabeza y pensando en lo hermoso que sería tenerla a mi lado para siempre.

2 comentarios:

mi angel dijo...

hola!!!! Pues si a mi tambien mencnta mi nik.... hijole pues creo que tendre que conocer a la afortunada Lilien... ahhh y nada de uvas ehhh.... nuevamente felicitaciones... ahh y no es justo que castigues a tus admiradores de TR

Vinka dijo...

JAAAAAAAAAA, Gracias, amiga, muchísimas gracias, aunque debo corregirte: la afortunada soy yo.
Estoy aprendiendo mexicano, ya me sé dos palabras: híjole y órale, sigue así, jaja.
Un abrazote.
PD. Ya me apareceré por TR, sólo que ahora no es el momento adecuado, je.